2011, año uno

Finaliza este año 2011, en el que lo mejor y lo peor del mundo occidental se ha convulsionado en la que, ya se denomina, el principio de una nueva era. Revoluciones, asesinatos justificados, gobiernos no elegidos, cambios de régimen y, sobre todo, el nuevo poder, el quinto, el de los ciudadanos que se organizan a través de internet y salen a la calle para protestar por lo que no están de acuerdo. 
Protestas en Túnez, la revolución de los jazmines
A pesar del silencio mediático, a principios de año en Túnez se desarrollaba la primera de las revoluciones árabes laicas, en la que se derrocaba al dictador Zine El Abidine Ben Ali. Poco después le seguiría Egipto, con el derrocamiento de Hosni Mubarack, y Libia, con Muamar El Gadafi. Salvo con el último, en el que hubo una cruenta guerra civil que culminó con el asesinato a sangre fría del dictador, el resto de los dirigentes huyó de su país. En Siria, los manifestantes que solicitan una democracia para su pueblo están siendo masacrados a sangre y fuego, pero siguen saliendo a las calles. En Marruecos, tras una cruenta represión silenciada por los medios, se ha modificado el estatus absolutista de la monarquía y se han celebrado unas elecciones supuestamente democráticas en las que el rey cede parte de sus poderes. Situaciones similares encontramos en otros países de África y Asia; algo está cambiando en el mundo árabe.

El denominador común de estas revueltas fue la petición de democracia por parte del pueblo. La forma de abordar las noticias por parte de los medios de comunicación occidentales fue similar: silenciar la trascendencia de las manifestaciones pacíficas. La solución, dejando a un lado la magnífica cobertura de la cadena Al Jazeera, fue la difusión de la información particular, ciudadanos de estos países mostrando a través de Internet lo que sucedía a su alrededor, lanzando consignas por la red (impresionante la afirmación de un bloguero egipcio: "no queremos vuestra ayuda, queremos que nos dejeis gobernar nuestro país"), aprovechando las herramientas que a priori son de ocio, como las redes sociales, para posicionar al resto del mundo.
Una de las imágenes más impresionantes de las manifestaciones en Egipto
En España se inicia el germen de la #SpanishRevolution con el llamado movimiento #15M a partir de las elecciones municipales del 22 de mayo, con unas consignas claras: pacifismo, democracia, representatividad, justicia. El “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” recorrió toda la geografía del país, a través de manifestaciones y acampadas, supuestamente ilegales, uniendo por primera vez en mucho tiempo a varias generaciones de españoles en busca de objetivos comunes. El 15 de octubre sucedió algo que debería salir en los libros de historia: en más de mil ciudades en todo el mundo, coordinadas a través de la red, millones de ciudadanos salieron a la calle a manifestarse a la vez por un mundo más justo y democrático. El tiempo dirá si este toque de atención sirvió para algo.

Finalizamos 2010 con la esperanza de que un ente externo llamado Wikileaks nos salvara de las dictaduras institucionales. Sin embargo, durante 2011 hemos comprobado que los entes externos no son más efectivos, aunque prendan la chispa, que una revolución silenciosa, un cambio de mentalidad. En Estados Unidos, punto de referencia de cualquier movimiento social, el #OcuppyWallStreet, a imagen y semejanza del #15M español, ha sido portada durante meses, tanto por las reivindicaciones de los manifestantes como por la dureza policial en reprimir este movimiento pacífico. Dejando a un lado la bondad del movimiento, aún hoy sigo preguntándome cuántos de los que participaron en el 15M querían mantener el estatus de los años de bonanza, y cuántos querían cambiar el mundo.

Durante 2011 hemos asistido a cuatro cambios de gobierno en Europa provocados por la crisis económica: Irlanda, Grecia y Portugal, intervenidos económicamente, e Italia, a punto de caer. En Grecia e Italia, actualmente hay gobernantes no elegidos democráticamente, en lo que podríamos denominar una broma tecnócrata a la democracia. Por fin, los poderes económicos se han quitado la máscara y han tomado posiciones políticas en el mundo occidental, dictando las políticas sociales y, por supuesto, económicas de varios países europeos. Muchos antiguos trabajadores de Goldman Sach, a los que Estados Unidos se les quedó pequeño tras la era Bush, aterrizaron en Europa y ahora controlan los destinos de los europeos, ninguneando 60 años de esfuerzos por alcanzar la unión del continente.

En 2011, el hombre más buscado de la última década, el terrorista Osama Bin Laden, es asesinado en su domicilio de Pakistán y posteriormente lanzado al mar desde un helicóptero, conformando el relato más grotesco de magnicidio sin pruebas desde el suicidio de Hitler en su búnker de Berlín. Un asunto por resolver desde hacía demasiados años, cuyas motivaciones han servido de excusa para recortar libertades en el mundo occidental por supuestos motivos de seguridad. Parafraseando una frase de The dark knight, “hay quien sólo quiere ver el mundo arder”. La pregunta es quién.

En pleno debate sobre la necesidad de la energía nuclear, caldo de cultivo para una futura crisis energética, una vez asumida la económica, prevista para 2013, el planeta nos mostró nuestra insignificancia con un terrible terremoto de magnitud 9.0 en Japón, cuyo posterior maremoto destrozó la central nuclear de Fukushima. La chapuza del tratamiento posterior de la tragedia por parte de Tepco, la empresa responsable, similar a la del tratamiento que BP realizó de la marea negra de petróleo en el Golfo de México, por ejemplo, vertiendo agua radioactiva al mar, declarando zona peligrosa a un perímetro excesivamente reducido o no responsabilizándose de la seguridad de la zona, dan muestras de la importancia que las multinacionales le prestan a los planes de contingencia para la población en situaciones como estas. Aún tengo en el recuerdo la escalofriante noticia de que, semanas después del terremoto, aún habría miles de cadáveres en los alrededores de la central nuclear, que no podían ser ni enterrados ni incinerados por su peligrosidad radioactiva.

Por lo demás, en España se celebran dos elecciones, municipales y estatales adelantadas, en un mismo año, en lo que se supone que es un lavado de cara político, con resultados más que previsibles. Mariano Rajoy es por fin elegido Presidente del Gobierno en una de las legislaturas más duras de la democracia española. Los ciudadanos votan masivamente y eligen una cámara baja heterogénea, con promesas de que se escuchará a todos los partidos con representación. La comunidad científica palidece por las pruebas de supuestas irregularidades en la estabilidad de las teorías relativistas y cuánticas con la crisis de los neutrinos, la isla canaria de El Hierro estrena nuevo suelo marítimo (posiblemente San Borondón), la UNESCO ve mermado su presupuesto por reconocer a Palestina como miembro de pleno derecho, con los votos en contra de EEUU e Israel entre otros, y la silenciosa revolución islandesa continúa su curso, encarcelando a ex políticos y banqueros, quizá el espejo donde nos tengamos que mirar en un futuro.
Imágenes del lamentable espectáculo ofrecido por las autoridades españolas  y  la aplicación de leyes desfasadas. La policía aseguró haber descabezado la cúpula de Annonymous, deteniendo a varios jóvenes activistas. En la imagen superior, el peligrosísimo material incautado: routers, revistas informáticas, discos duros, cables VGA y una máscara. Escalofriante
Obviamente, las reacciones en la red no se hicieron esperar
Un año que se recordará, en el que ha quedado patente, de nuevo, el poder de los poderes económicos y su influencia en la política, la sociedad y la libertad de la humanidad. Un año en el que la tecnología ha sentado las bases de lo que será la sociedad del futuro, sirviendo de herramienta para que las personas la aprovechen en su beneficio. Un año en el que, de nuevo, la calidad periodística ha brillado por su ausencia, la distancia entre informadores y público ha aumentado considerablemente, y ha sido necesario recurrir a fuentes anónimas con difusión a través de diversas redes sociales, destacando con luz propia Twitter. 
Respecto a la noticia anterior, el redactor de La Razón afirma que Annonymous posee un "gigavatio" de información. Como se suele decir, el que habla de lo que no sabe, escucha lo que no quiere
En definitiva, creo que 2011 ha sido un año que posiblemente sea el embrión de una nueva era, el primer año de lo que nos queda por delante. Los hechos así lo demuestran y, en el recuerdo colectivo, quedará como un período convulso pero esperanzador, problemático pero encauzado hacia un futuro sin promesas

Casi mejor así.

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