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A todos nos llega la hora. Esta es una verdad incuestionable que Steve Jobs conocía muy bien, desde que en 2004 se le diagnosticara un cáncer de páncreas. Hoy, este mal llamado “genio”, ha fallecido a los 56 años.

Nos encanta poner etiquetas a para entender el porqué de las acciones de los grandes. Supongo que al llamar a alguien “gurú, visionario, genio”, le etiquetamos de forma que sepamos cómo es, sin pensar que de esta forma limitamos completamente la magnitud de su vida, sus acciones y su obra.


Digo que Jobs no era exactamente un genio porque en realidad él no estaba fuera de la realidad. Al contrario, tenía los pies bien en el suelo. Parafraseando un lema que me gusta mucho (y aplico desde hace años), “los pies en el suelo y la cabeza en las nubes”. Por eso a él le gustaba únicamente una etiqueta para definirse: “empresario”.


Jobs era adoptado (un tuit que me ha hecho pensar mucho: “Piensa que no tendrías iPad, IMac, iPhone o iPod si la madre de Steve Jobs hubiera abortado”), hizo prácticas de verano con 12 años en Hewlett-Packard (donde conoció a su amigo de la infancia, Wozniak), sólo fue 6 meses a la universidad (aunque seguiría acudiendo como oyente, sobre todo a clases de caligrafía, lo que le dio conocimientos suficientes sobre fuentes), ganó dinero vendiendo latas vacías y comiendo en comedores sociales, trabajó como programador en Atari (colaborando con el juego Breakout), viajó a la India, probó el LSD y se hizo budista...

Todo esto, antes del APPLE I, es decir, antes de los 21 años.


Pero volvamos a la etiqueta de “empresario” y tomemos su obra desde ese punto de vista. Como empresario, en 1976 creó Apple con la ayuda de su amigo Steve Wozniak, que planteó la idea a la empresa en la que trabajaba, Hewlett- Packard de crear un ordenador personal para el ciudadano común, idea que rechazaron con un “¿Para qué quiere la gente un ordenador?”.


Desmitifiquemos esta historia. Jobs y Wozniak crearon Apple con apenas 21 años en un garaje. En realidad dieron forma legal a su creación, el APPLE I, para poder comercializarlo. En ese tándem, Jobs era el vendedor y Wozniak el verdadero genio que hizo realidad las especificaciones del ordenador perfecto (perfecto para la época). Vendieron 200 unidades de un ordenador con carcasa de madera hecho a mano. ¿Os lo creeis?

Jobs y Wozniak con sus Apple I y Apple II en 1977
Por cierto, se dice que el famoso logo de la manzana mordida viene del sello 'Apple' que usaron los Beatles entre muchas teorías. De hecho, hubo un juicio sobre ello. Ignoro cuál es la correcta, pero me encantaría que la real fuera la de Turing, padre de la computación moderna, que murió envenenado por una manzana, al más puro estilo Blancanieves.

El APPLE II salió al mercado en 1977 con no pocas dificultades, y con la ayuda económica de un inversor retirado llamado Mike Markkuka, que aportó 250.000 dólares de la época para la creación de este nuevo concepto de computadora, en el que las especificaciones incluían portabilidad, empaquetamiento, refrigeración, etc. Conceptos estéticos que se habían descuidado hasta el momento en pro de la funcionalidad.

Ahora bien, cómo un jovenzuelo de 22 años puedo convencer a este experto inversor curtido en mil batallas en el parquet de Wall Strret para que se dejara parte de su fortuna en un proyecto con escaso mercado, es algo que sí pertenece a la leyenda de Steve Jobs.


A partir de aquí, el resto es historia, una historia que se mitificará y con la que vamos a convivir durante mucho tiempo. En 1981, el amigo del alma y compañero de Jobs, Wozniak, tiene un accidente de avión y pierde la memoria a corto plazo, sin recordar apenas nada de lo que había ocurrido en los últimos años. Eso sí, dejó como legado el periférico más usado de la corta historia de la informática: el ratón. Durante su recuperación, Jobs se queda solo, lo que no le impide convertirse en el millonario más joven de la época en 1982, apareciendo en la portada del Times con 26 años. Hubo un Zuckerberg antes de Zuckerberg.


Le expulsaron de su propia compañía en 1985 por el fracaso del Apple Lisa, haciéndole vender todas sus acciones, aunque conservó una simbólicamente. Como buen empresario, además, con financiación suficiente, huye hacia delante, y en 1986 compra a Lucasfilms por 10 millones de dólares una empresa subsidiaria llamada Pixar, especializada en un concepto futurista: la animación por ordenador. En 1988, Pixar ganaría el Oscar al mejor corto por Tin Toy, y llegaría a un acuerdo con Disney para producir y distribuir sus obras.


Por otro lado, Jobs, con Ross Perot (el millonario que financió el rescate de los diplomáticos atrapados en la embajada norteamericana durante la revolución de los ayatolláhs en Irán, y candidato independiente a la presidencia de EEUU en 1992 y 1996) funda NeXT Computers junto a varios compañeros de Apple, con una inversión de 7 millones de dólares. La innovación de esta compañía fue su programación orientada a objetos y entorno de desarrollo, especificaciones tan expertas que tuvo problemas económicos al vender muy pocas unidades.


El 6 de agosto de 1991, día del nacimiento de Internet tal y como lo conocemos hoy, el primer servidor web de la historia fue puesto en funcionamiento. Era un NeXT, usardo por Tim Berners-Lee en el CERN, que gracias a su entorno de desarrollo integraba el protocolo http, el hipertexto html y el sistema de localización de objetos url, creando así la World Wide Web o WWW.

Anuncio de la compra de NeXT por Apple
En 1997, Apple compra NeXT y Jobs consigue volver a la compañía que él fundó con cargo de director interino, para remontar la mala racha que la empresa estaba pasando. Su sueldo era de un dólar al año, supongo que en representación de la acción simbólica que no vendió cuando se fue de Apple en 1985. Sus innovaciones, de nuevo, no fueron técnicas sino empresariales, haciendo lo que ninguno de los que tuvieron su cargo durante los 10 años que estuvo fuera de la compañía se atrevieron a hacer. Se puso de acuerdo con su archienemigo Microsoft para cancelar la disputa del entorno gráfico MacOS y Windows, y de paso consiguió que la compañía enemiga inyectara dinero a cambio de un 4% de las acciones y el entorno Office para Mac. Canceló las licencias de aplicación del sistema operativo de Mac para otros fabricantes, quedándoselas en exclusiva y convirtiendo sus dispositivos en entornos cerrados. Atajó la eterna incompatibilidad de los microprocesadores Motorota e Intel, aplicando la tecnología x86 de ésta última en sus ordenadores.

Movimientos arriesgados que, a priori, no contaron con la aceptación de los accionistas, pero que dieron resultados. A la vista está. Su modelo de negocio con la música digital iTunes resultó todo un éxito al crear la necesidad con sus iPods, desbancando el sueño de libertad de Napster. Y, lo que es más importante, generalizó y normalizó el concepto impensable de que hay que pagar por disfrutar de las aplicaciones intangibles. Con este concepto, se introdujo en la telefonía móvil con el iPhone, abrió el mercado de las tablets con el iPad, amplió al público el Cloud Computing con el iCloud…
Evidentemente, dejó un reguero de enemigos por el camino, pero, como se está demostrando, enemigos empresariales, ya que defendió su compañía con uñas y dientes hasta el final y era causa de admiración allá donde puso su mirada empresarial:
·        Bill Gates: “Echaré de menos a Steve inmensamente”
·        Samsung: “El espíritu innovador y los logros de Jobs serán siempre recordados por todo el mundo”
·        Google: “Siempre tuvo la capacidad de decir en pocas palabras lo que deberías estar pensando, antes de que lo hicieras”
·        Zuckeberg: “Gracias por enseñarnos que lo que se crea puede cambiar el mundo”
·        Pixar: “Steve nos dio la oportunidad y creía en el sueño loco de hacer películas animadas por ordenador”
·        Wozniak: "Es como cuando murió John Lennon o JFK... No pienso en nadie más" 

Con Jobs fallece también un concepto innovador: el primer publicista de su compañía y del producto que vendía era el consejero delegado, la imagen de marca, el marketing. Veo extremadamente complicado que este concepto sobreviva en su compañía sin él, sobre todo después de la decepcionante primera presentación que ha hecho su sucesor, Tim Cook, imitando el estilo de Jobs sin su carisma, del nuevo iPhone 4S. Su público espera más, espera cambiar conceptos, revolucionar la industria en cada nuevo producto, y eso sólo lo sabía vender Steve Jobs. El tiempo lo dirá.

La estética de Jobs perdurará con el tiempo. No tardaremos en ver su imagen iconográfica en las carpetas de los estudiantes, los fondos de pantalla, o incluso los avatares de los usuarios. Su aspecto informal, con jersey de cuello alto, vaqueros y zapatillas, su aire bohemio, extremadamente delgado con barba descuidada y con gafas redondas de intelectual, estaba cuidadosamente estudiado, muy lejos de las presentaciones formales de traje y corbata, aunque extremadamente divertidas e impresionantes, de los años ochenta.
En 1984, coincidiendo con el año del famoso libro de George Orwell, 
se presenta el  Macintosh, el primer ordenador personal a color de la historia. 
Este spot, dirigido por Ridley Scott, supuso una revolución contra 
las rígidas normas establecidas de las industrias tecnológicas. 
Futurama también hizo su parodia.

  La fantástica presentación del Macintosh en 1984.
Merece la pena verlo

Steve Jobs era un genio, sí, pero un genio empresarial, la etiqueta con la que más se identificaba. La legión de fanboys de los productos Apple, que transmiten el concepto cool de modernidad, moda, juventud y frescura (comprar una idea para identificarse con ella, la esencia de la publicidad) se han quedado hoy huérfanos, y tengo mis dudas de que este concepto sobreviva tal y como lo conocemos actualmente. Apuesto por una reestructuración de la compañía, tanto en imagen como en dispositivos, ya que el Apple actual es Steve Jobs. Si no sufrirá el efecto Betamax, un producto sensiblemente mejor y, por tanto, más caro, que fracasa estrepitosamente por una mala gestión de comunicación, de posicionamiento o de precio (las ‘4 p’ del marketing).

No nos engañemos: sin Jobs, los productos Apple ya no son cool. Con él se ha ido también el inicio de la nueva era de las compañías tecnológicas.


Hay muchas lecciones que podemos aprender de Steve Jobs. El famoso discurso en la Universidad de Stanford debería ser de visionado obligatorio como motivación a la hora de emprender un negocio.

Pero hay algo que no he escuchado aún. Steve Jobs fracasó estrepitosamente en numerosas ocasiones. Pero se repuso y comenzó de nuevo en otras tantas ocasiones. En Europa, concretamente en España, esto jamás hubiera sucedido ya que si no triunfas enseguida te ponen la etiqueta de perdedor, etiqueta que tú mismo te crees. Sin embargo, en Estados Unidos te conviertes en un gurú, en un visionario adelantado a tu tiempo. Silicon Valley está poblado de pequeños genios innovadores que han fracasado, pero que con tenacidad y trabajo han vuelto a resurgir, contratados por compañías que alimentan el espíritu emprendedor y autodidacta de sus trabajadores para ser los número uno en su ámbito.

El escritor Og Mandino lo definió muy bien: "Aquel que nunca ha fracasado es porque nunca ha intentado nada". Jobs lo sabía y consiguió reinventarse en numerosas ocasiones, aún cuando podría haberse retirado, millonario, antes de los 30. Muchos le tacharon de loco, seguramente de iluminado y de cosas mucho peores, pero ese es su legado:
"Mantente hambriento e inquieto" Steve Jobs