Caperucita y el lobo

La entrevista que ha mantenido esta mañana Ana Pastor con Mahmud Ahmadineyad ha conmocionado medios y redes sociales, prácticamente todos con una respuesta unánime: “¡Bravo Ana!”.

Mi opinión es otra, pero la dejaré para el final. Para empezar, la actitud de esta periodista, en general, es bastante agresiva. Desde que se dio a conocer en “59 segundos” sustituyendo a Mamen Mendizábal, su tono arrogante, similar al de su antecesora, no parecía desentonar mucho con el programa, que presumía de ser el primero que cerraba la boca a los políticos y los profesionales de la comunicación en una cadena pública con su limitación a respuestas de menos de un minuto.

Con su reubicación a “Los desayunos de Televisión Española”, Ana Pastor mantuvo ese tono desafiante en las entrevistas, lo convirtió en su marca personal. Una imagen vale más que mil palabras:



Esa forma arrogante de controlar las entrevistas e insistir hasta encontrar respuestas ha sido aplaudida por todo el mundo, tanto el público como los profesionales. Y sólo encuentro un motivo por el que se le consiente que sea así.

España es un país occidental que arrastra las maldiciones del modelo de democracia norteamericana, es decir, populismo y opinión pública, dejando atrás el modelo original, casi olvidado, de democracia como representación del pueblo soberano. Basta abrir un periódico cualquier día para encontrar ejemplos de nepotismofavoritismo, corporativismo, insolidaridad, autoritarismo y diferencia de clases. En general, lacras de un sistema que se sostiene a base de parches y que, debido a la actual crisis, se pone de manifiesto con acciones que antes pasaban desapercibidas e incluso se justificaban, y que actualmente se disculpan con un encogimiento de hombros y la excusa de que “es el sistema menos malo”.

Es en estos tiempos cuando hace falta otro tipo de periodismo menos complaciente con el poder, el que pone en evidencia sus deficiencias y exige respuestas para las preguntas del  pueblo. Y es sólo en ese marco donde puedo encajar la forma de entrevistar de Ana Pastor.

Pero hay contras, el peor, que puede ser escuela y espejo en el que mirarse para los nuevos periodistas. Todos sabemos que, en comunicación, copiar actitudes y modelos de éxito es una actitud normal y legítima si funciona. Pero también hay que dosificarlo. Que un/una periodista de una televisión local o regional tome el modelo de Ana Pastor puede implicar tanto su expulsión del trabajo, como la pérdida de un cliente, e incluso varios. Es decir, que Ana Pastor sea la hija lista de Mercedes Milá no significa que todos puedan permitírselo. De hecho, me pregunto cómo puede seguir aún en su puesto si ha tenido esa actitud desde que empezó en la profesión.

Vamos por fin con la entrevista a Mahmud Ahmadineyad. Resulta ser la única concedida a un medio occidental alineado con ese pandemonium llamado Estados Unidos, en un país no muy famoso precisamente por su democracia, y sí por su represión, radicalismo religioso, totalitarismo, y por juguetear con la energía nuclear para quién sabe qué fines (incluso puede que generar su propia energía). Al menos eso es lo que nos cuentan, veamos cómo es esta entrevista entre caperucita feroz y el lobo islamista.


Los hechos son los siguientes: 

  • Ana Pastor comienza la entrevista con el pañuelo puesto y la termina con el pañuelo quitado
  •  El tono es bastante agresivo en cuanto el presidente Ahmadineyad evade responder ciertas preguntas sobre Libia y Gadafi, a pesar de decir bien claro que el pueblo es soberano (03:30)
  • Ahmadineyad, reconoce la falta de libertad de la zona en conflicto y acusa a occidente de vender armas y apoyar dictaduras y pregunta si conoce a algún dictador en los últimos 100 años que no haya sido apoyado por Estados Unidos (11:13)
  • Ana (permítanme la familiaridad) responde que la que hace las preguntas es ella (13:03)
  • Ahmadineyad se pone a la defensiva diciendo que responderá lo que él considere y no lo que ella quiere oír (16:18)
  • Y la entrevista termina con un ‘sotto vivacce’ sobre la libertad en la propia Irán (22:23), la reclamación de Ahmadineyad de que les dejen en paz vivir su propia sistema, buscar su propia democracia, y que ni occidente ni Israel influyan en su pueblo (25:00)
  • Caperucita feroz se repliega y el lobo islamista no para de repetir que los españoles son sus amigos y que España tiene más en común con ellos que con los otros (700 años de Islam en España lo atestiguan)

Demos unos instantes para los aplausos, a continuación mi opinión


Para empezar, debemos respetar las costumbres de otros lugares aunque a nosotros nos resulten chocantes, básicamente para que se respeten las nuestras. Nadie se ríe de los gorros de piel rusos aunque nos resulten ridículos, ¿por qué habríamos de desafiar la norma iraní del pañuelo en su propio suelo? No sé a qué viene ese numerito de la periodista, aunque diga que no ha sido adrede.

El sistema “mosca cojonera” puede servir en España, ante políticos acostumbrados a la complacencia de los medios. Les deja fuera de juego y se quedan sin respuestas, como hemos visto en el vídeo de arriba. Pero en esta entrevista estamos ante un señor que es primer ministro de un país soberano y, al igual que demostró David Frost con Nixon (por poner un ejemplo conocido por la película, que por cierto recomiendo), o Martin Bashir con Lady Di y Michael Jackson, o Larry King ante cualquiera que le pusiera por delante, lo cortés no quita lo valiente. No hace falta ser agresivo para hacer una buena entrevista, sólo hacer las preguntas correctas.

Ahmadineyad se siente presionado y, lógicamente, se va por las ramas con su discurso aprendido sobre quién ha apoyado las dictaduras y le ha vendido armas a los dictadores en los últimos 100 años, quién está masacrando y esclavizando a los pueblos árabes en Israel y quién es occidente para inferir en la vida de su pueblo. Y así una y otra vez: la entrevista y el entrevistado se ha perdido en el minuto 11. Incluso cuando Ana le pregunta sobre las lapidaciones, torturas, represión homófoba, etc, que es donde le podría haber puesto en un verdadero aprieto por su doble moral de solicitar libertad al exterior y reprimir a su propio país. Estas son las preguntas que nos interesan, que deberían haberse formulado desde un principio y que, por supuesto, Ahmadineyad no responde.

Mi conclusión es que, a pesar de los aplausos generalizados, de ser una entrevista que podría haber hecho historia, se ha quedado en la típica entrevista en la que el protagonista es el periodista y no el entrevistado. No se recordarán las respuestas de Ahmadineyad ni quedarán para la historia, sólo tenemos el efímero "logro" de una mujer española con actitud desafiante que pretendió plantarle cara a un dictador, se quitó un pañuelo en un país donde la ley le obliga a tenerlo puesto y fue noticia durante un día.
Samantha Villar, otra aguerrida periodista
Pues ni tanto ni tan calvo. Nos guste o no nos guste, este señor está elegido democráticamente bajo la supervisión de sus partidos políticos sin observadores internacionales y aceptado por la oposición, exactamente igual que en España. En Irán hay un líder supremo elegido por una Asamblea de Expertos que ratifica las leyes, en España tenemos un rey que hace lo mismo pero nadie le ha elegido. Hay una constitución aprobada en referéndum en 1979 donde antes sólo había una dictadura de un tirano que gobernaba por mandato divino, la española es de 1978 y antes también gobernaba alguien "por Dios y por España". Hay un poder legislativo, ejecutivo y judicial separado que se vigila mutuamente, igual que en España, sólo que aquí los altos cargos del poder judicial los eligen los políticos. Se les acusa de tener presos a varios escritores contrarios al régimen de los que habría que ver sus escritos, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha condenado a España a compensar a Otegui por su condena de un año de cárcel por injurias al rey.

Y seguiría, pero ya está bien. Dejo una pregunta en el aire, ¿qué nos hace mejores que Irán para pretender mirarles por encima del hombro? ¿Por qué aplaudir una entrevista que se ha caracterizado más por sus carencias que por sus logros?


PD: casi se me olvidaba. En elmundo.es, tan cachondos ellos, dicen que Ana Pastor se quita el velo en la portada:




Pero en el titular dicen que no es el velo, que es el pañuelo:




Según la RAE, en su segunda acepción, un velo es una "prenda del traje femenino de calle, hecha de tul, gasa u otra tela delgada de seda o algodón, y con la cual solían cubrirse las mujeres la cabeza, el cuello y a veces el rostro". Entonces, ¿en qué quedamos, velo o pañuelo? Ah, que queda mejor decir 'velo' en la portada, así lo asociamos a lo que nosotros entendemos popularmente por velo islámico:



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada, me ha encantado, por lo menos aun hay algo de esperanza si hay más gente como tu.

Saludos

DeZeta dijo...

Gracias Juan, me esperaba unas cuantas ostias y ninguna felicitación, jeje. Espero verte más por aquí, ¡un abrazo!

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