Les dijeron que no tenían nada que hacer. Les dijeron que no tenían futuro. Les dijeron que no se quejaran, que arrimaran el hombro y trabajaran, igual que hicieron sus padres. Les dijeron que nombraran portavoces. Les dijeron que elaboraran una propuesta. Les dijeron que se organizaran con forma de partido político. Les dijeron que la servidumbre es inevitable. Les dijeron que las bases no son sólidas, que molestaban, que se fueran a su casa.
Y entonces esperaron. Pero la llama ya estaba prendida.
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A pesar de todo, salió. El 15 de mayo, eran un grupo de perroflautas antisistema que apenas tuvieron cobertura. Un mes largo después, el 19 de junio, son una multitud idealista que quiere cambiar el mundo. Los cambios en la percepción son inevitables. Lo que no se puede cambiar es la perspectiva de quien no quiere que nada cambie.
De nada han servido los intentos de dinamitar desde dentro las protestas, más propias de Mortadelo y Filemón que de un servicio secreto serio. Ni siquiera el enaltecimiento de estas contramedidas, medalla de por medio, ha servido para desprestigiarlo, llenos de soberbia y alejados de una realidad que va más allá de una economía estancada o cinco millones de parados. Para solucionar esta situación ya no valen parches: hacen falta cambios radicales y valientes.
Pero la rabia, la ira que ya no se puede contener más se dirige hacia una clase política que ha vendido su alma al diablo, que desprestigia la preciosa raíz de su cargo (politikós, «ciudadano», «civil», «relativo al ordenamiento de la ciudad»), representa sólo sus intereses y usa descaradamente las buenas intenciones del pueblo al que convence cada cuatro años de que es la mejor de las peores opciones. Esto no es representatividad, esto es reírse en la cara de aquellos que aún tienen fe en el sistema.
Sendos candidatos a la alcaldía de Huelva y sus últimos tuits a día de hoy. Fíjense en la fecha
Los medios se han posicionado como siervos del sistema, instrumentos que dejan al aire sus propias carencias y la servidumbre de quien depende. Debemos abrir los ojos de una vez y ver que no hay medios independientes (periodistas quedan pocos, pero no los que creemos). Como medio independiente, a estas alturas, ya sólo me conformo con que no mienta. Como periodista independiente, que no mienta y que sea coherente, esté a favor o no del movimiento. Quizá sea mucho pedir.
Enorme cagada de la foto de portada de La Razón del el lunes 20 de junio de 2011. Aquí su explicación. Incluso hay lugar para las coñas
La imagen original, integrada por fotomontaje. Que yo sepa, alterar una imagen es manipularla.
Para evitarlo existen los grandes angulares y los ojos de pez
La jornada del #19J en Huelva se caracterizó por la tranquilidad, la disposición y la organización. Parece que ya se ha tomado conciencia de que no sólo los hipotecados están perjudicados por la situación, al realizar una performance en la cabecera de la manifestación donde políticos europeos bailaban al son de la banca, mientras parados, PYMES, jubilados y trabajadores sacaban la lengua cuando se tiraba de sus correas (la chica que hacía de Merkel me dio mucho miedo) . Excelentes las arengas, la duración, el avituallamiento y la lectura del manifiesto final. Los medios dicen que hubo tres mil personas; en mi opinión se superaban holgadamente las cuatro mil.
Lo cual demuestra que el movimiento está preparado para realizar manifestaciones en Huelva, si tiene tiempo y cobertura para organizarlo. Sin embargo, demuestra poco más. En la anterior concentración el 11 de junio con motivo de la constitución del Ayuntamiento apenas se llegó a cien. Días antes, con la salida de las Hermandades a El Rocío, unas veinte. Supongo que no por falta de ganas, sino de difusión.
Lo malo de una organización que empieza a funcionar es que se olvida de la difusión de sus movimientos, concentrada como está en que lo poco que haga, hacerlo bien. Lo peor de una organización que empieza a funcionar es la excesiva burocratización de cada acción, con lo cual las grandes carencias se difuminan y los pequeños logros se personalizan. Decía Napoleón "Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable. Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión". Cada uno apoya con lo que puede dentro de sus limitaciones, no creo que atribuirse méritos cuando todo el mundo mira suponga un aliciente para la suma de las pequeñas aportaciones individuales de los integrantes anónimos del movimiento.
Otra carencia que he notado va por el exceso, querer cambiar el mundo rápidamente, arrastrando a quien sólo busca un estatus mejor del que tiene ahora. Permítanme ser capcioso: ¿cuántos quieren cambiar el mundo? ¿Cuántos se conforman con volver a la situación de hace unos años? ¿Cuántos seguirían saliendo a la calle si tuvieran trabajo y/o medios para mejorar su situación? Es más, ¿cuántos de los asistentes conocían el 20% del texto del Pacto del Euro, contra el que se protestaba? El cambio pasa por una re educación, por un cambio primero en nosotros mismos, que apenas he vislumbrado desde los malos tiempos de las acampadas, cuando florecieron las individualidades. El único camino es la información y la formación; después, cada uno interpretará ese conocimiento y lo aplicará, a favor o en contra, pero al menos pensará por sí mismo.
Tiendo a ser crítico e incrédulo, grandes defectos porque, ya sabeis, en realidad no hay cuchara. Sin embargo, admiro a quien se cuestiona cada paso que da, porque, acierte o no, es fiel a sí mismo y no cae en el gregarismo. Ver cómo tanta gente en Huelva cuestiona la situación establecida (una minoría, a lo mejor, por ser fieles a sí mismos; otra minoría por salir en la foto “just in case”) da ánimos para seguir creyendo.
Dejo aquí la crónica en imágenes de la jornada del #19J, ofreciendo la cara humana, con licencia Creative Commons, con las obligaciones que ello conlleva. Aquí una crónica independiente de la jornada, un ejemplo de que si se quiere, hasta en Huelva se pueden hacer las cosas bien.
El coche de avituallamiento se mantuvo siempre en la cabecera de la manifestación
Los líderes europeos dan su opinión sobre las reivindicaciones de los manifestantes
Cabecera de la manifestación
Otro peligroso perroflauta
Ni "indignados" ni ostias. Somos ciudadanos
Pocas veces en su historia el barrio de Reina Victoria
habrá presenciado una manifestación democrática similar
Tarjeta roja a la justicia
En la plaza del Punto
Los manifestantes a su paso por la Subdelegación del Gobierno
El edificio abandonado de Hacienda, lugar donde se ubicó la #acampadaHuelva