Revolución
Es alucinante cómo se han organizado en Egipto para luchar por su libertad. Está claro que esto no se quedará sólo aquí y en Túnez, ya empiezan a brotar embriones de protestas en otros países, en los que el absolutismo medieval en el que se veían atrapados comienza su canto del cisne.
Los países árabes están despertando de su letargo medieval (la Hégira sucedió en el 622 de nuestra era, ahora están en el 1488) y comenzando su propio renacimiento. ¿Y occidente qué hace? Mantenerse alerta, preocupado por las fluctuaciones del precio del crudo, dando cobijo a sus protegidos y esperando para imponer su democracia.
Desde Egipto se pide la no intervención, sólo que les dejen en paz luchar por su país y por sus libertades, de forma admirable.
Tenemos suerte de ser testigos de estos hechos prácticamente en tiempo real. Poco importa si la chispa la encendió Wikileaks, se propagó por FaceBook y explotó en los smartphones. Islandia es un ejemplo de revolución occidental moderna, promovida a través de golpes de cacerola: un país harto de que le tomen el pelo, que los mismos que les han arruinado les convenzan de que les van a sacar de la crisis.
Algo está cambiando en el mundo. Esta revolución no es sinónimo de sangre, fuego y ruido de sables, hay otras maneras de cambiar el mundo. Leído hoy en twitter:
Occidente repite el error de Túnez: no sabe quiénes son los buenos. Fácil: los buenos son siempre los que defienden la libertadActualizado a 31 de enero: sigue siendo emocionante