Dios los cría
Los tiranos o dictadores, autoproclamados líderes de regímenes totalitarios, suelen ser personajes inquietantes, personalidades que uno no acierta a descubrir cómo son capaces de tener seguidores que incluso darían su vida por ellos. Supongo que será cuestión de estar en el lugar indicado, en el momento justo, tener la ideología adecuada y proponer las medidas presuntamente valientes que nadie se atreve a aplicar.
Históricamente, el ser humano ha necesitado de estos líderes, la inmensa mayoría afectados por desórdenes psíquicos . En el magnífico libro del psiquiatra Juan Antonio Vallejo Nágera, ‘Locos egregios’, podemos encontrar un análisis psiquiátrico profundo de numerosos personajes históricos, múltiples desórdenes de la personalidad que seguramente les hicieron ser como fueron y hacer las cosas que hicieron. Desde Abderramán III hasta Hitler, pasando por Juana la Loca o Maquiavelo, el autor repasa las posibles dolencias de estos personajes, entre los que se encuentra, cómo no, las obsesiones amorosas. Es un libro que recomiendo, así como ‘Grandes polvos de la historia’, de José Ignacio de Arana, también médico, ya que en sus análisis objetivos podemos descubrir que las obsesiones amorosas no pertenecen sólo al pueblo llano, y que los líderes y las grandes personalidades también sucumben a sus terribles garras.
Podemos encontrar ejemplos variados en personalidades cercanas, incluso con inteligencia superior a la media. El famoso premio Nóbel de química en 1905 Adolf von Baeyer, descubridor de los barbitúricos, dio el nombre a su descubrimiento en honor a su fogosa novia Bárbara. El matemático Kurt Gödel dio la vuelta a las matemáticas en 1930 al presentar su teorema de incompletitud, un mazazo en esta disciplina ya que limita las posibilidades de las matemáticas para comprender el “todo”. En palabras llanas, no todas las matemáticas son computables. Lo curioso de este personaje, como bien se revela en el magnífico e interesante libro de Jorge Volpi “En busca de Klingsor”, es que sufría continuos ataques nerviosos, no por su sabiduría e inteligencia, sino por la inseguridad que le provocaba su mujer, Adele, de la que se decía que era “vulgar e inculta” y había sido prostituta. Sin embargo, su matrimonio duró 40 años.
Más conocido es el matrimonio entre el genial dramaturgo, ganador del Pulitzer, Arthur Miller y la actriz Marilyn Monroe. El contrapunto entre la seriedad y la genialidad de él, contrastaba con la supuesta frivolidad de ella. Otros ejemplos de extraños emparejamientos y amores no correspondidos son los del magnate Aristóteles Onassiss y la ex primera dama norteamericana Jacqueline Kennedy Bouvier, los científicos Albert Einstein y Marie Curie (no confirmado) o ésta última con el físico Paul Langevin (sí confirmado), la actriz Grace Kelly y el príncipe Rainiero de Monaco, Cristobal Colón e Isabel la Católica, o el de las actrices Greta Garbo y Marlene Dietrich durante su juventud en un rodaje en 1925, romance que marcaría a la primera durante el resto de su vida y del que la segunda se reiría constantemente jugando ambiguamente con él en sus declaraciones.
Retomando el origen de esta entrada, resulta sorprendente comprobar que ni siquiera los personajes más crueles de nuestro tiempo se escapen al embrujo de la obsesión por el amor. El dictador norcoreano Kim Jong-il secuestraba modelos de Corea del Sur y Japón para su uso y disfrute. Los soldados libios encontraron sorprendidos en el palacio del ex dictador Muamar el Gadafi un álbum de fotos donde expresaba su amor por Condoleeza Rice, Secretaria de Estado durante el mandato de George Bush Jr, a la que llamaba su “querida mujer africana negra” y dedicaba poemas de amor imposible. Puede que este amor platónico surgiera a raíz de la cena privada que mantuvieron ambos en Trípoli en 2008, en el que el tirano agasajó a su invitada con regalos que iban desde diamantes hasta un laúd.
Ni siquiera el hombre más buscado de los últimos años se escapaba al amor pasional. Según la sudanesa Kola Boof, que fue su criada en los noventa, a pesar de sus 25 hijos con 5 esposas, Bin Laden no podía evitar profesar un amor platónico por la cantante Whitney Houston, con fantasías que incluían asesinar a su marido Bobby Brown, raptarla, casarse con ella y regalarle una de sus mansiones en Jartum, Sudán. “Con lo bella que es, su maravillosa sonrisa y lo verdaderamente islámica que es, tiene el cerebro lavado por la cultura norteamericana y por su marido”, decía.
Ya lo ven. Resulta que todos somos susceptibles de que se nos infeste el cerebro con oxitocina y sucumbamos a las pasiones más bajas de eso que se suele llamar ‘amor’. Ni siquiera las personalidades más crueles o superficiales se pueden escapar. ¿Cómo lo vamos a hacer los demás?
Históricamente, el ser humano ha necesitado de estos líderes, la inmensa mayoría afectados por desórdenes psíquicos . En el magnífico libro del psiquiatra Juan Antonio Vallejo Nágera, ‘Locos egregios’, podemos encontrar un análisis psiquiátrico profundo de numerosos personajes históricos, múltiples desórdenes de la personalidad que seguramente les hicieron ser como fueron y hacer las cosas que hicieron. Desde Abderramán III hasta Hitler, pasando por Juana la Loca o Maquiavelo, el autor repasa las posibles dolencias de estos personajes, entre los que se encuentra, cómo no, las obsesiones amorosas. Es un libro que recomiendo, así como ‘Grandes polvos de la historia’, de José Ignacio de Arana, también médico, ya que en sus análisis objetivos podemos descubrir que las obsesiones amorosas no pertenecen sólo al pueblo llano, y que los líderes y las grandes personalidades también sucumben a sus terribles garras.
Los amantes de Teruel. Tonto ella y tonto él |
Gödel y Adele |
Los protagonistas de un extraño triángulo amoroso |
"Ay, Condoleeza, mi reina mora..." |
Ya lo ven. Resulta que todos somos susceptibles de que se nos infeste el cerebro con oxitocina y sucumbamos a las pasiones más bajas de eso que se suele llamar ‘amor’. Ni siquiera las personalidades más crueles o superficiales se pueden escapar. ¿Cómo lo vamos a hacer los demás?